Poema 19- Oliverio Girondo (El espantapajaros)

¿Que las poleas ya no se contentan con devorar millares y millares de dedos meñiques? ¿Que las máquinas de coser amenazan zurcirnos hasta los menores intersticios? ¿Que la depravación de las esferas terminará por degradar a la geometría? 
Es bastante intranquilizador —sin duda alguna— comprobar que no existe ni una hectárea sobre la superficie de la tierra que no encubra cuatro docenas de cadáveres; pero de allí a considerarse una simple carnaza de microbios... a no concebir otra aspiración que la de recibirse de calavera... 
Lo cotidiano podrá ser una manifestación modesta de lo absurdo, pero aunque Dios —reencarnado en algún sacamuelas— nos obligara a localizar todas nuestras esperanzas en los escarbadientes, la vida no dejaría de ser, por eso, una verdadera maravilla. 
¿Qué nos importa que los cadáveres se descompongan con mucha más facilidad que los automóviles? ¿Qué nos importa que familias enteras —¡llenas de señoritas!— fallezcan por su excesivo amor a los hongos silvestres?... 
El solo hecho de poseer un hígado y dos riñones ¿no justificaría que nos pasáramos los días aplaudiendo a la vida y a nosotros mismos? ¿Y no basta con abrir los ojos y mirar, para convencerse que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros? 
Cuando se tienen los nervios bien templados, el espectáculo más insignificante —una mujer que se detiene, un perro que husmea una pared— resulta algo tan inefable... es tal el cúmulo de coincidencias, de circunstancias que se requieren —por ejemplo— para que dos moscas aterricen y se reproduzcan sobre una calva, que se necesita una impermeabilidad de cocodrilo para no sufrir, al comprobarlo, un verdadero síncope de admiración. 
De ahí ese amor, esa gratitud enorme que siento por la vida, esas ganas de lamerla constantemente, esos ímpetus de prosternación ante cualquier cosa... ante las estatuas ecuestres, ante los tachos de basura... 
De ahí ese optimismo de pelota de goma que me hace reír, a carcajadas, del esqueleto de las bicicletas, de los ataques al hígado de los limones; esa alegría que me incita a rebotar en todas las fachadas, en todas las ideas, a salir corriendo —desnudo!— por los alrededores para hacerles cosquillas a los gasómetros... a los cementerios.... 
Días, semanas enteras, en que no logra intranquilizarme ni la sospecha de que a las mujeres les pueda nacer un taxímetro entre los senos. 
Momentos de tal fervor, de tal entusiasmo, que me lo encuentro a Dios en todas partes, al doblar las esquinas, en los cajones de las mesas de luz, entre las hojas de los libros y en que, a pesar de los esfuerzos que hago por contenerme, tengo que arrodillarme en medio de la calle, para gritar con una voz virgen y ancestral: 
“¡Viva el esperma... aunque yo perezca!”

A mi Manera / Frank Sinatra

El fin muy cerca está, lo afrontaré serenamente,

ya ves, yo he sido así, te lo diré sinceramente

Viví la intensidad y no encontré jamás fronteras

jugué sin descansar y a mi manera.

Jamás viví un amor que para mí fuera importante

tomé solo la flor y lo mejor de cada instante

Viajé y disfruté, no se si más que otro cualquiera

si bien, todo eso fué a mi manera.

Tal vez lloré, tal vez reí,tal vez gané o tal vez perdía

hora sé que fuí feliz, que si lloré también amé

y todo fué, puedo decir, a mi manera.

Quizás también dudé cuando mejor me divertía

quizás yo desprecié aquello que no comprendía

hoy sé que infierno fuí y que afronté ser como era

y así logré seguir, a mi manera.Porque ya sabrás que el hombre al fin

conocerás por su vivir

no hay porque hablar, ni que decir,ni recordar, ni hay que fingir

puedo llegar hasta el final, A MI MANERA!!

Embriagaos- Charles Baudelaire

Hay que estar siempre ebrio. Todo está allí: es la única cuestión. Para no sentir el horrible fardo del Tiempo, que rompe vuestros hombros y os inclina hacia la tierra, hay que embriagarse sin cesar.
¿Pero de qué? De vino, de poesía o de virtud, a vuestra guisa.
Y si alguna vez, sobre las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la soledad melancólica de vuestra alcoba, os despertáis, la embriaguez ya atenuada o desaparecida, pedid al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj y a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro y el reloj os responderán: "¡Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o virtud, a vuestra guisa".

Mi desazón...

A mi alrededor escucho a los demás hablar, reír, opinar, todos indiferentes  o conformes con lo que son o lo que somos. Sin luchas, sin sueños, sin metas, sin responsabilidades. La vida se nos pasa entre comer, dormir y hablar de lo poco que sabemos, pues no conocemos más allá de estas montañas, de este nuestro infinito mundo. ¿Cómo será otro como yo en otra parte del mundo? ¿Sentirá la misma desazón que permanece intacta en mi alma desde que me conozco? ¿Se observará a sí mismo y verá su vida en tonos grises?...

Ahora

Ahora que odio todo aquello que tanto ame, Ahora que los sentimientos se encontraron, Ahora que ambos nos amamos y odiamos por amarnos mutuamente, Ahora, Ahora es el ahora y me odio, por ser como soy, por ser yo, y por ser esa persona... esa persona que te hiso sufrir.

Hades

Cuando llegue el día en que debas partir A la morada del Invisible No habrá vuelta atrás La Parca Inexorable así lo habrá decidido Dos parcas hilaron tu vida Tu destino, tu suerte La tercera cortará el hilo con las tijeras de la muerte Cuando llegue el día En que Tánatos te lleve a la morada del Señor de los Muertos y de su esposa la veneranda Perséfone No habrá vuelta atrás El mil veces odiado El invisible, Hades El muy rico, poderoso Muy justo, despiadado Al que sólo la dulce música de Orfeo pudo conmover El que convirtió a su amante Leuce en un álamo blanco A donde habita llegarás Cuando llegue el día. Si temes pronunciar el nombre de Perséfone Llamadla, entonces “La Doncella” que eso era cuando recogía flores junto a las ninfas Y fue raptada para ser la Reina del Inframundo gobernante de los fantasmas Y la que lleva a cabo las maldiciones de los hombres. La doncella que Hades retuvo en el Orco, dándole de comer seis semillas de granada, el alimento de los muertos. Nadie sabe realmente en donde esta el inframundo Quizás en un bosque de blancos chopos a orillas del río Océano, en una vasta caverna o en una selva negra Sea donde sea algún día habitarás en el La moneda debajo de la lengua Tu cuerpo yace inerte Mientras que tu alma cruza el Aqueronte, el río de la pena en la barca de Caronte, el siniestro barquero. Paga con la moneda que tienes debajo de la lengua Esa es la condición para cruzar el río Y si no pudieres, esperad a que Caronte os compadezca y os lleve gratuitamente Al otro lado Cinco ríos verás en el Erebo Aqueronte, el de la pena Cocito, el de los lamentos alimentado por las lágrimas de los pecadores Flegetonte, el flamígero compuesto de sangre hirviente y que contiene las almas de los culpables de la violencia a sus semejantes Lete, el del olvido de donde las almas beben para borrar sus recuerdos Y Estigia, el del odio donde Tetis sumergió a su hijo Aquiles y le dotó de invulnerabilidad a excepción del talón. Pero ya la barca toca la otra orilla del río La entrada custodia Cerbero El gran perro de tres cabezas y cola de serpiente Que a todos deja entrar y a nadie deja salir Pero que muy a pesar suyo fue derrotado por Heracles al culminar su último trabajo Entra y verás el Campo de los Asfódelos donde vagan las almas de los hombres comunes en una existencia que no tiene sentido Serás juzgado y según el veredicto puede ser que regreses a los Campos Asfódelos o conozcas la gloria y felicidad, de los Campos Elíseos, allí, si algún día quisieras, podrías reencarnarte podrías hacerlo, pero es algo díficil (¡Son tantas las delicias de los Elíseos que seguramente no querrás regresar!) o puede que sepas el justo castigo a tus malas acciones en el Tártaro custodiado por los hecatónquiros; los gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas en el Tártaro esta también una hidra negra guardando la entrada de altas puertas con columnas de diamante dentro esta el castillo, de anchas murallas y Tisífone, la Furia de la venganza hace guardia insomne azotando su látigo desde lo alto de un torreón de hierro Allí fueron arrojados los cíclopes derrotados por los dioses olímpicos Allí Sísifo sigue subiendo la gran roca para verla caer de nuevo y Tántalo padece gran sed pues no puede tomar del agua aunque le llega al cuello ni comer de las uvas porque se van de su alcance y todo como castigo al haber compartido con los hombres los secretos de los dioses. Entra y sabrás tu destino en el Erebo Ni Ulises, ni Eneas ni Heracles estuvieron satisfechos con lo que vieron Incluso Aquiles sólo supo responder a Ulises: “No me habléis con dulzura de la muerte preferiría servir como mercenario a cualquier otro que ser el Señor de los Muertos” Pero no hay vuelta atrás cuando ya has entrado en el Erebo Recuerda que te está prohibido ver al rey y a la reina del Inframundo sino a tu vez te volverás invisible No provoquéis la cólera de Hades intentando escapar del reino de los muertos Ya os lo he dicho La muerte es inevitable y una vez que allí estés ya no habrá vuelta atrás. Ya se puede ver el palacio de Hades y Perséfone En el antepatio el trivium consagrado a Hécate se dispone a juzgarte Minos, Eaco y Radamantis acepta el juicio y atente al veredicto.